China es grande, enorme, fuera de escala. Un batiburrillo fascinante de dialectos, además de extremos climáticos y topográficos. Es como varios países diferentes en uno. Elige entre la mezcla étnica del suroeste, los templos iluminados con manteca de yak de Xiahe (esta manteca se hace con leche de dri, la hembra del yak, pero todo el mundo la usa...), un viaje por la polvorienta Ruta de la Seda, pasar la noche en un campamento base del Everest, etc. Puedes optar entre infinitas posibilidades, ya seas viajero urbano, senderista, ciclista, explorador, mochilero... La diversidad de China es inigualable.

Los paisajes de China abarcan desde los sublimes lagos color zafiro del Tíbet hasta los imperturbables desiertos de Mongolia Interior. Puedes cruzar Hong Kong o recorrer en bici las famosas cumbres kársticas del sur, sacarte un selfie entre los preciosos campos amarillos de colza de Wùyuán, caminar por la Gran Muralla, que serpentea entre picos de montaña, o tumbarte al sol en una lejana playa, escuchando el ruido que hacen los cocos al caer.

Los chinos viven para comer. Deja que tus papilas gustativas caigan en la tentación del pato a la pekinesa en Pekín, el roujiamo sazonado (cerdo triturado en un bollo), etc.

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